Este puente, forma parte de mi vida, por decirlo de algún modo. No recuerdo cuantos años tenía, pero por primera vez, lo pasé creo que si no tenía cinco años, poco faltaba... Por si alguien no lo sabe, este puente, en principio, se llamaba Pont del Jordà, después conocido como el Puente de la Torrassa o el Pont de la Torrassa, en catalán. Ese puente, desemboca en la estación de metro de Santa Eulália, que ha sufrido una gran transformación. Prometo, que en un futuro, haré una foto de la estación, como es ahora.
En los tiempos en que ser niño, equivalía a no preocuparse por nada, a comer pan con Nocilla, ver los dibujos de los Picapiedra por la tarde, jugar a la charranca, estudiar y no estudiar, estaban los viajes en autobús y en metro, las escapadas al centro, con unas estaciones, que más bien parecían tétricas por su poca iluminación, pero que tenían su encanto especial y particular, en el que predominaba la publicidad con marcas meramente catalanas, como Cacaolat o Letona y sobretodo... sobretodo... ese olor que desprendían las estaciones, cuando bajabas bajo tierra y se adherían a la ropa.
Ese motor, viejo, de tanto trote que se le daba, que cuando entraba en el túnel, era espantoso oirlo, te tenías que tapar los oidos, esas bocas, que viendo las fotos, eran parte de aquella Barcelona cincuentera, esos tranvías que iban por la zona del Parque de la Ciudadela, por la Plaza España, o por la Plaza Cataluña, esos autobuses, que a veces, olian a rancio, sin apenas ventilación, esas horas punta que tenías que soportar, entre apretujones y empujones, que siendo niños, se sufrían mucho más y algún que otro salido, con ganas de tocar y meter mano al que tenía enfrente o al lado, por no hablar de los carteristas...
A veces, cuando estoy tumbado en la cama, me vienen a la mente, como si tal cosa, esas representaciones de estaciones de metro en el que yo iba de pequeño, de forma nítida, como si lo presenciara, como si volviera a los años 60 y 70, donde yo viví esa época y me quedaba maravillado de todas esas paradas repletas de publicidad hasta la saciedad y la curiosidad que me creaba ver todo aquello...
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