sábado, 24 de septiembre de 2011

El primer y viejo amor

Hacía tiempo que nuestro amigo tenía como primer y único amor, una joya valiosísima, casi de pieza de colección. Y ese único amor no era precisamente alguien con los labios pintados, ni llevaba pendientes, ni iba maquillada ni llevaba falda o vestido. Ese único amor fue, es y será, esa maravilla que todavía conserva, y esa maravilla es un 600.
Lo cuidaba, lo arreglaba, e, incluso, lo mimaba como si fuera su hijo. Tanto es al amor que sentía por este coche, que cuando veía clásicos de la Seat, allá que iba a conseguirlo. Tiene también un 850 también bien cuidado, como nuevo, reluciente. Era la envidia de todos. Pero su único amor era el 600.
Las veces que han salido juntos de paseo, tomados de la mano y del volante, tantos momentos vividos con auténtica pasión... los viajes que han realizado, Barcelona, Valencia, Sevilla, Soria, Valladolid... tantos lugares visitados, tantos ratos que compartir, compartieron aficiones como ir al campo de picnic o las escapadas a Perpignan a ver "El último tango en París".
La relación entre ellos era de una devoción total. Se apoyaban y se querían mutuamente. Cuando el 600 y el 850, se ponían "enfermos", uno ayudaba al otro, recorriendo kilómetros y combinándose entre ellos por las carreteras, mientras el otro descansaba en el garaje, para recuperarse y tomar rienda por los pueblos.
Un día, mientras el 600 iba como siempre, recorriendo caminos a través de nuestra piel de toro, sufrió una indisposición, tanto que estuvo mucho tiempo, sin circular de ninguna manera. Nuestro amigo estaba preocupado. No sabía que le pasaba a su 600. No podía seguir. Su motor, de tantos kilómetros, estaba deteriorado, su estructura estaba visiblemente dañado. Nuestro amigo lo llevó al taller, para que le diera un puesta a punto., pero el mecánico comentó a nuestro amigo que el coche tenía mucho rodaje y que el motor estaba ya deteriorado. Entonces, el amigo se puso triste... no quería abandonar a su gran compañero de fatigas. Tenía que tomar una decisión... tenía que separarse de él, pero al mismo tiempo, verlo de nuevo...
No... no podía resignarse a perderlo... no quería esto... le costaba mucho separarse de él, así que...
Tuvo una sabia idea. Llevaría su 600 a un museo de coches clásicos, así, podía verlo siempre que quisiera, aunque el corazón de su motor, ya dejara de funcionar, su chapa estaba todavía bien cuidada... Al separarse de él, se le cayó una lágrima, pero al mismo tiempo, tenía el convencimiento de que lo iba a volver a ver y así fue... aunque su 600 estaba como joya de museo, su 850, también con el tiempo, se deterioraría. Así, el 600 y el 850, estarían en el museo, juntos para siempre, tapados con una sábana para que no cojan polvo ninguno. Y nuestro amigo, con el recuerdo de haber tenido a dos de sus grandes amores que le han acompañado durante muchos años, sintió como también su vida se le iba apagando, hasta el punto de tener en su nicho, un 600 y un 850 de juguete y en miniatura. Incluso, ni la muerte los separó. Juntos... siempre, siempre, juntos...
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Esta minihistoria está dedicado a todas aquellas personas que tienen un clásico de Seat. He pensado, como habéis podido notar, en una historia de amor muy particular, entre un hombre y dos clásicos, como son el 600 y el 850. A lo mejor es una locura, pero lo he enfocado en un punto de vista, para mi, reconozco que surrealista... (;)). El museo que hago mención, es el museo de la fábrica de Zona Franca, en el que se guardan tantas reliquias de la marca... lo vi en televisión un día y me fascinó. Este es el motivo principal, o uno de los motivos, por el que me he animado a escribir un nuevo blog dedicado a los clásicos de Seat... hay tanto tema para escoger, y para hablar, que ya habrán más oportunidades para plasmar esto en forma de escritura cibernauta.










2 comentarios:

  1. Hola Pablo, leyendo este articulo me viene a la mente una gran persona, un compañero de fatigas que en su dia tuvo un 600 y un 850, su historia discurre paralela a la del relato, con la diferencia que el aun es joven y le quedan aun muuuuuchos años por delante, esta persona decidio ceder,regalar su preciado 600, a un "museo" tambien concretamente, pongo museo entre comillas, ya que no se le puede llamar museo con todas las letras, sino un lugar de recobijo de auntenticas reliquias de nuestra marca e historia, ese lugar le llamamos Nave A122, el "area 51" de la automoción de nuestro pais. Esta gran persona , gran compañero de fatigas y un nostalgico apasionado y colaborador de nuestro humilde Club, se llama Joan Carles Miras; Joan Carles despues de entregar su 600 a dicha nave, aun conserva,disfruta y comparte con nosotros su precioso 850 N (4 puertas), una unidad muy muy escasa, con sus preciosas llantas de 12",y en un estado de colección. Afortunadamente al 850 aun le queda cuerda para rato junto a su dueño que lo cuida como a un hijo.
    Somos una familia de jovenes clásicos.

    Saludos desde Club Clásicos SEAT

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  2. Luis, que casualidad... el relato me vino a la cabeza sin tener conocimiento de esto que me cuentas... qué fuerte...

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